miércoles, 18 de junio de 2014

Hiru Haundiak 2014 - Por Galeote



Crónica de la HH
Llegamos con tiempo para recoger los dorsales y tomarnos algo en la mejor taberna de Araia y zonas limítrofes. Hace calor y por el pueblo vamos encontrándonos con Tortu, con Igor y con Peio. Hay buen ambiente y muchas risas. Me encuentro muy relajado, nada nervioso y parece que los demás también. Igual, la procesión va por dentro.
Volvemos al coche a cambiarnos y preparar la bolsa que recogeremos en el avi de Landa. En estas carreras tan importante como la preparación es la logística y hay muchas cosas a tener en cuenta: ropa de cambio, comida, otras zapatillas, material para pequeñas curas y ampollas, vaselina… nada puede fallar porque un pequeño detalle puede ponerte las cosas todavía más difíciles y dejarte fuera. 
Seguido a cenar en el bar tzoki: pasta, pechuga y cafecito. Apuramos el buen rato hasta la hora de recoger las mochilas y montar en los autobuses que nos llevarán a la salida de Ondategi. 
En los bus ya hay pocas bromas. Silencio. Vamos mentalizándonos de lo que se nos viene encima. Llegamos con tiempo de hacernos unas fotos con Igor que es un crack. Por allí pasaban Gaizka, Javi Dominguez todo concentrados y Sufriendo haciendo que nos partiésemos la caja 5 min antes de salir.
A las 12 en punto se da la salida. Muy emocionante, con bastante público animando durante los 2 primeros km a pesar de la hora. Salimos muy relajados, Pedro, su compi Fran y yo. Empiezan las primeras rampas. Al haber salido bastante atrás no tenemos la presión de otros corredores empujando y vamos subiendo a buen ritmo pero sin forzar por la pista que nos lleva a Gorbea.
Al salir a una zona más alta y despejada empieza a soplar un fuerte viento. Con el viento viene una gran cantidad de polvo que nos comemos sin remedio. Subiendo pierdo a Pedro pero me encuentro con Fran que me dice que Pedro va tocado, que vuelve a tener las molestias con los riñones-orina de la última semana. Pienso que es una putada y que con esos problemas se acabará retirando más pronto que tarde.
Falta poco para coronar, km 11 y el viento arrecia, aún así hay bastante gente que ha subido a animar y oigo un “aupa txoko” pero de noche y con los frontales no veo quien nos anima. Piso la cima a las dos horas de haber salido (2:04:45- puesto 924) con mucha emoción. No estoy orgulloso de ello pero es la primera vez que subo el Gorbea.
No sé qué harían los demás pero el grupo con el que iba, fue pasar el punto de control y volverse todos locos y locas (había unas cuantas chicas). Con gritos guturales se lanzan como kamikazes en un descenso con mucha pendiente pero muy poco técnico. Les sigo y de premio me llevo dos buenas culadas. No me imaginaba este derroche de energía en un ultra de 100km pero es divertido.
Trotando a buen ritmo por un terreno favorable llegamos al primer avituallamiento. Otxandio. km 27 (4:17:37- puesto 771). Son las 4 de la mañana y hay mucha gente animando por todo el pueblo. En el avituallamiento cojo un café sólo para asustar al sueño, unas palmeritas de hojaldre y un plátano. Me lo tomo con calma.
De Otxandio hasta Amboto son 14 km entre bosque y buenas pistas para correr. Se empieza a ver cierta claridad en el cielo que anuncia el amanecer y pasado Urkiola (5:42:22- puesto 717) apago el frontal. Ya no hay grupos y la carrera marcha estirada en una larga fila hasta las primeras rampas de Amboto donde todo el grupo se vuelve a juntar en fila de a uno. La subida la hacemos a buen ritmo y aunque a tramos coincide la subida y la bajada de los corredores, no hay problemas y nos vamos cediendo una vez los que suben y otras veces los que bajan, los pasos más estrechos y complicados. Llego a la cima (6:48:10- puesto 679) con buenas sensaciones y me tomo un par de minutos para disfrutar del amanecer y de las vistas desde arriba. Impagable.
A mitad del descenso me cruzo con Pedro que está subiendo. Me dice que se le han pasado las molestias y que va bien. Son muy buenas noticias, la verdad es que ya no esperaba encontrármelo.
Un apunte. No nos quedamos tan lejos de la cima del Amboto. A unos 150m sólo. El tramo técnicamente más complicado y estrecho. Y supongo que más que por los alimoches, se trató de un tema de seguridad.
Abajo del Amboto, un par de km tranquilos y sin avisar, el Orixol. Este monte podría ser el Lau Haundiak. Su madre. Hace bastante daño, con unas primeras rampas jodidas. Toca tirar de bastones y volver a coger ritmo de ascenso.
Hasta Landa, 12 km en descenso pero con otra buena tachuela por medio, Jarindo. 
Voy bien. El ritmo y la estrategia de alimentación están funcionando. Vigilo el reloj y cada hora, desde la primera, me voy obligando a comer. Alterno entre las tres cosas que llevo en la mochila: barrita de frutas, mazapán, gel con cafeína y volver a empezar. Un bidón con sales y el otro con agua sola que lleno en cada avituallamiento, cada 10 kms aprox.
Llego a Landa eufórico en 10 horas (10:06:33- puesto 589). Desde la salida no he dejado de ir adelantando corredores y muy poquitos me han pasado. Me encuentro fuerte y motivado y entro en el corral de Landa con una sonrisa de oreja a oreja.
Allí está Alberto. Me cuenta que se ha retirado pero no se le ve decaído. Al contrario parece bastante contento con lo hecho.
En el corralito me siento a la sombra de un camión, hace calor, y me tomo mi tiempo para decidir cómo afrontar los 40 km que quedan. Las Raven se están portando de maravilla, no noto ninguna molestia en la planta del pie así que decido no cambiar ni de zapatillas ni de calcetines. Sólo me mudo de camiseta y a los geles y barritas de frutas añado unos pastelitos de hojaldre y cabello de ángel. También dejo el frontal, muy mal se tendría que dar la cosa para que me pillase la noche de nuevo.
En el avi como sobre todo fruta (melón y sandía) y para beber coca-cola y de mi mochila, un sándwich de crema de cacahuete, lonchas de pavo y membrillo (lo he bautizado “Triple Amenaza”).
Salgo de Landa 28 minutos después, con el último trozo de sándwich todavía en la boca. Y lo que viene ahora no es moco de pavo, 400m de desnivel positivo en menos de 4 km que con el calor y el estomago lleno se hacen bastante duros. Después, una bajada con un desnivel muy fuerte por una pista de piedra suelta donde los cuádriceps y soleos empiezan a dejarse notar, comienza una zona de toboganes pero siempre con tendencia al ascenso que nos lleva a los “famosos” molinos.
Albiturri km 66, 11:47:39- puesto 491
Usabakotxena km 76 13:33:22- puesto 474
Después de Landa voy bastante lleno y me salto los autoavituallamientos de las 12 y 13 horas. Me mantengo con el agua y el isotónico.
Empieza la zona de los molinos de viento y lo hago trotando a pesar del fuerte viento lateral que hace complicado no tropezarte con tus propios bastones. El grupo marcha ya muy estirado y aunque tengo a la vista varios km del recorrido no cuento más de 10 corredores, todos muy separados. Es un poco desolador.
Toca comer algo. Echo mano de lo que llevo en la mochila y me meto un pastelito de hojaldre y cabello de ángel. No lo he terminado y me empiezo a sentir fatal. Primeros nauseas, flojera de piernas y en cuanto el camino se pone un poco para arriba, dificultad para respirar. No podía llenar los pulmones. Ni corro, ni ando solo me arrastro. Tengo una pájara de órdago y noto un par de veces que se me va la pelota y ando haciendo eses. 
Llego a duras penas a los avituallamientos líquidos y con la escusa de coger agua, me siento un par de minutos pero el malestar no se pasa. Me pongo el MP3 pero no lo aguanto y lo apago. Pienso seriamente en la retirada. 
Llego a las campas de Urbia y me animo un poco. Llevo casi 15km de calvario que me hacen dudar de si esto merece la pena. Me cruzo con dos Land Rovers llenos con corredores retirados. Qué tentación.
En frente el Aizkorri y muchas dudas. A sus faldas me encuentro un avituallamiento inesperado. Como melón y sandía que es lo que me pide el cuerpo, un vaso de coca-cola y tiro para arriba. 
Empiezo a ascender y siento como las fuerzas vuelven a las piernas. No me lo esperaba. La subida es muy exigente y voy cogiendo a algunos corredores. Me da tiempo, incluso de disfrutar de las vistas y de la belleza de la subida. Llego arriba del tirón (km 90, 17:02:01- puesto 510).
Sólo quedan 10 km para meta. Esta hecho. 
Bajando entre las rocas y conocidas mis dificultades en estos terrenos, me marco claramente un “Ikur” en el descenso del Aizkorri hasta llegar al bosque y la pista de tierra. Aquí me pasa Pedro. Va lanzado hacia abajo pero nos da tiempo a animarnos mutuamente. 
No negaré que los 10 últimos kms, casi todos en descenso pero con alguna trampa en forma de repecho cabroncete, se me hicieron largos, más por ganas de acabar ya, que por otra cosa. 
El último km cruzando el pueblo de Araia muy emocionado. Chocando manos con los niños y correspondiendo a los aplausos y ánimos de la gente. Tanto es así que celebré la llegada antes de tiempo. En un arco de Euskaltel levanté los brazos y me paré. Me avisan que todavía queda un poco más, risas, arranco de nuevo y con un montón de gente aplaudiendo, celebro con los brazos en alto la llegada a meta (18:40:34- puesto 521).
Cansado me siento un par de minutos en el avituallamiento de meta, no me apetece comer nada. En el Batzoki están Pedro, Fran y Peio (ya duchado y merendado). Recogemos las mochilas, nos duchamos y a tomar una cerveza donde Iñigo. No hay prisa, hay que disfrutar del momento y del ambiente en Araia.





Esto ya no es parte de la carrera pero creo que puede explicar un poco lo que me pasó. Tomo un sorbo de cerveza y de inmediato me siento muy mal y salgo fuera a vomitar. A pesar de las arcadas no hecho nada. La cerveza se quedó sin tocar. En el viaje de vuelta le hago parar a Pedro en el arcén porque amago con echarlo todo otra vez pero nada. En casa no ceno nada y me voy a dormir directamente.
Hoy me encuentro físicamente muy bien de piernas, con el lógico cansancio pero sin agujetas ni ningún tipo de molestias en cuádriceps, isquios, rodillas... Infinitamente mejor que después de terminar el Apuko Ultratrail.
Conclusión: creo que hice la preparación que correspondía, no creo haberme equivocado en el planteamiento ni en la ejecución de carrera. Pero un “pequeño” problema con la alimentación pudo haber dado al traste con todo. Pienso que sin ese problema podría haber hecho un buen parcial en la zona de los molinos, creo que ahí se me fue más de una hora. 
Pero lo importante no es ese tiempo perdido sino que las sensaciones tan malas que tuve, me hacen plantearme si tanto esfuerzo y tiempo, merece la pena. Todavía no lo tengo claro. Habrá que ver que poso va dejando todo esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario